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Uno de los aspectos que influye en la autoestima es lo que se conoce como PROCRASTINACIÓN, es decir, la tendencia a dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy. ... Significando “procrastinar” dejar algo para más adelante constantemente.
Etimológicamente, “procrastinación” deriva del verbo en latín procrastināre, postergar hasta mañana. Sin embargo, es más que postergar voluntariamente. La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.
“Es hacerse daño a uno mismo”, dijo Piers Steel, un profesor de Psicología Motivacional en la Universidad de Calgary y el autor de The Procrastination Equation: How to Stop Putting Things Off and Start Getting Stuff Done.
Esa autoconciencia es una pieza clave para entender por qué procrastinar nos hace sentir mal. Cuando procrastinamos, no solo estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es probablemente una mala idea. Y aun así, lo hacemos de todas maneras.
“Esta es la razón por la que decimos que la procrastinación es esencialmente irracional”, dijo Fuschia Sirois, una profesora de Psicología en la Universidad de Sheffield. “No tiene sentido hacer algo que sabes que tendrá consecuencias negativas”.
Agregó: “Las personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea”. Dependiendo del grado y el ámbito nos ocasionará diferentes perjuicios tales como: incumplimientos, retrasos, agobios, estrés pérdida de oportunidades, fracasos, etc. La procrastinación es una manera de enfrentar las emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más.
“La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”, dijo Tim Pychyl, un profesor de Psicología y miembro del Grupo de Investigación sobre Procrastinación en la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá.
En 2013, Sirois y Pychyl concluyeron que la procrastinación es enfocarse más en “la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos” que en dedicarse a la tarea. La naturaleza particular de nuestra aversión depende de la tarea asignada o la situación. Podría ser debido a que la tarea misma es inherentemente poco placentera, como tener que limpiar un baño sucio u organizar una aburrida y larga hoja de cálculo para tu jefe. Sin embargo, también podría resultar de sentimientos más profundos relacionados con la tarea, como dudar de uno mismo, tener baja autoestima, sentir ansiedad o inseguridad. Cuando fijas la mirada en un documento en blanco, tal vez estás pensando: “No soy lo suficientemente inteligente para escribir esto. Incluso si lo soy, ¿qué opinará la gente de él? Escribir es tan difícil. ¿Qué pasa si lo hago mal?”.
Todo esto puede llevarnos a pensar que hacer a un lado el documento y en cambio limpiar los frascos de la alacena es una muy buena idea. No obstante, después de haber postergado la actividad prioritaria que tiene una asociación negativa, y regreso a esa tarea, ahora también tendrá estrés, ansiedad, aumentada con sentimientos de baja autoestima y culpabilidad.
Cuando nos enfrentamos con una tarea que nos hace sentir ansiosos o inseguros, la amígdala —la parte del cerebro que funciona como “detector de amenazas”— percibe esa tarea como una amenaza genuina, en este caso a nuestra autoestima o nuestro bienestar. Incluso si intelectualmente reconocemos que suspender la tarea nos creará más estrés en el futuro, nuestros cerebros están todavía conectados para preocuparnos más por eliminar la amenaza en el presente. Los investigadores llaman a esto “secuestrar la amígdala”.
Te invito a no postergar tus prioridades y a encontrar como están tus asociaciones con respecto a la tarea que debes realizar.
Dejar de lamentarte
Planificar
Ser objetivo ( realista )
Hacer una lista de tareas con metas pequeñas y alcanzables para completar tu tarea
El celular mantenlo lejos de ti
Ponerte alguna alarma cuando te vas a descansar, para dar continuidad a tu tarea.
Mantener orden en tus cosas, será tu mejor aliado para evitar "fugas" ( distracciones ) para tu cerebro.
Inicia con tiempos cortos- los estudios en Psicología han demostrado que Iniciar una tarea y decirnos "solo 5 minutos", es muy probable que continúes realizando la tarea pero sentirás el tiempo más ligero.
“Nuestra cobardía y nuestra desidia tienen la culpa de que el ayer y el mañana sean iguales” Jorge Luis Borges